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La vuelta al cole: «Chuletas electrónicas»

chuletasMuchos estudiantes agudizan el ingenio con los más diversos artilugios tecnológicos que les abran las puertas del aprobado. Los hay también que incluso pagan para ahorrarse la elaboración de trabajos académicos. De todo este mundo de picaresca en las aulas habló ayer Francisco Canals, director del Observatorio de Internet.

Obsoletas han quedado las artimañas de los estudiantes que tallaban con el compás el temario en la cara de un bolígrafo, la de aquellos que hacían el famoso «cambiazo» y la de otros que optaban por elaborarse las clásicas chuletas.

La cosa ha cambiado y la picaresca en el aula llega a límites insospechados: tintas invisibles, gafas con reflectores ocultos en las lentes, diccionarios con doble fondo e incluso sistemas de transmisión remota son sólo algunos de los procedimientos que utilizan muchos estudiantes a la hora de enfrentarse a un examen.

Sobre todo ello habló ayer Francisco Canals, director del Observatorio de Internet y de la Agencia para la Picaresca, al presentar en rueda de prensa el reportaje de investigación ‘La tecnología al servicio de la picaresca académica’.

Internet, la telefonía móvil, el uso de cámaras digitales, el bluetooth y otros dispositivos conforman un pequeño arsenal que año tras año llena los bolsillos y pupitres de jóvenes y no tan jóvenes en todo el territorio», afirma Canals.

Este año 7,5 millones de estudiantes comienzan un nuevo curso. Y desde luego parten con una clara «ventaja tecnológica» respecto a la mayoría de profesores que ni por asomo pueden sospechar que un alumno, por ejemplo, pueda tener alrededor de su muñeca un reloj digital con capacidad para introducir todo tipo de textos, datos y fórmulas.

Y este es sólo un ejemplo de la cantidad de gadgets de fácil acceso que existen hoy en día. Francesc Canals ha destacado la proliferación de empresas que fabrican este tipo de artilugios y que hacen su agosto en épocas de exámenes, concretamente en los meses de septiembre, febrero y junio.

El dinero tampoco supone mucho problema, pues algunos de ellos se pueden adquirir por unos 50 euros, en el caso del diccionario de latín con doble fondo en su interior. Para otros artilugios, en cambio, hay que desembolsar hasta 900 euros que es el precio que puede alcanzar un pinganillo con transmisión remota.

Valencia, Madrid, Barcelona, Sevilla y Zaragoza son urbes donde mayor presencia tienen las centenares de empresas fabricantes y distribuidoras de estas herramientas para copiar en exámenes, la mayoría de ellas procedentes de países como China, Taiwán o Estados Unidos. «Son empresas legalmente constituidas y ofrecen una gran transparencia en sus actividades, ya que saben que copiar no constituye la comisión de ningún delito», explica Canals.

Y es que España, según este investigador de Internet, es uno de los países más permisivos ya que el castigo por ser pillado copiando «parece no pasar de perder la convocatoria y ser expulsado de clase». Todo lo contrario que en países como Estados Unidos o Reino Unido donde la sanción puede llegar a cursar baja del centro durante semanas e incluso a la imposibilidad de examinarse o presentarse a clase a lo largo de todo un trimestre.

Internet, el aliado para el plagio

Tres de cada cuatro estudiantes admite haber copiado en alguna ocasión trabajos y fragmentos de un texto de Internet. Así lo constata un estudio de la Universitat de les Illes Baleares realizado a más de 11.000 alumnos universitarios.

No hay duda de que Internet es una fuente tan amplia de recursos que, cuando se trata de no hacer esfuerzos académicos, se convierte en un recurso fácil para el «copipaste». Textos en wikipedia, tesis doctorales, e incluso libros y fragmentos de autor son fuente de información y plagio para miles de estudiantes en nuestro país.

 El problema reside en cómo averiguar que el trabajo presentado por un alumno no es de creación propia. Francesc Canals recuerda que, al igual que Internet es un escaparate para las conductas académicas deshonestas, también cuenta con herramientas que ayudan a determinar si el texto es duplicado. Tal es el caso de www.copyscape.com y http://approbo.citilab.eu, dos sitios web que permiten comparar párrafos, textos y documentos para detectar si el contenido es duplicado y cuál es su fuente original.

Existen, incluso, empresas que se dedican a la venta y elaboración de trabajos académicos y tesis doctorales. Se puede contactar con ellas vía Internet o por teléfono. En función de la materia y la complejidad del tema a abordar, el coste de este trabajo estaría en torno a los 3.000 euros, aunque en algunos casos podría alcanzar los 12.000 euros. Es el precio que hay que pagar para que un equipo de profesionales y expertos en la materia redacten el texto «llegando incluso a introducir vocabulario y expresiones típicas del país del cliente».

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