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La contaminación por plaguicidas en el campo

El hombre ha descubierto productos químicos llamados plaguicidas para controlar o eliminar plagas que causan enfermedades que interfieren con la producción agrícola. Entre los que se encuentran los insecticidas que se usan para combatir a los insectos, los fungicidas contra los hongos, los herbicidas contra plantas consideradas nocivas, los rodenticidas contra los roedores, los nematocidas contra los gusanos y los moluscidas contra los caracoles. Se calcula que actualmente se usan más de 3500 plaguicidas orgánicos. Todos ellos pueden contaminar el agua.

La contaminación del agua por plaguicidas se produce al ser arrastrados por el agua de los campos de cultivo hasta los ríos y mares donde se introducen en las cadenas alimenticias provocando la muerte de varias formas de vida necesarias en el balance de algunos ecosistemas. Estos compuestos químicos han provocado la muerte de peces tanto en agua dulce como salada, también se acumulan en los tejidos de algunos peces los que a su vez ponen en peligro la vida de sus consumidores. Los plaguicidas acumulados en las aguas ponen en peligro la vida de animales y vegetales acuáticos. En condiciones de laboratorio se ha observado que algunos de ellos son cancerígenos, teratogénicos y mutágenos en ratas, hamsters y monos.

En 1924 se empezó a consumir los compuestos bifenilos policlorados, derivados de los hidrocarburos conocidos como PBC, son utilizados en intercambiadores de calor, en fluidos hidráulicos, lubricantes, resinas, tintes, pegamentos, hules, asfalto, en materiales de la construcción, dieléctricos, como aditivo en plásticos y componente en algunos plaguicidas. Los PBC, al igual que el DDT [2,2-(4,4 – Dicloro-Difenil)-1,1,1-Tricloroetano], son solubles y acumulables en los tejidos grasos, son más tóxicos para los mariscos que para los peces y aves (a estas les afecta el sistema reproductor). Se dice que son una fuente potencial de agentes teratogénicos. El efecto fisiológico más conocido de los bifenilos policlorados es la estimulación de las enzimas del hígado que descomponen las hormonas sexuales. Otros efectos de los PBC son: lesiones hepáticas, náuseas, vómito, pérdida de peso, edema y dolor abdominal.

También se clasifica a los plaguicidas por su composición química en:

–  Hidrocarburos clorados como el DDT que es muy resistente a la oxidación y la biodegradación, pueden permanecer sus efectos hasta más de dos años. El dieldrín es 5 veces más tóxico que el DDT cuando se ingiere y 50 veces más tóxico cuando se absorbe por la piel. Además el clordano, el lindano y el heptacloro que son más tóxicos y se pueden degradar porque son ciclodienos.
Clorofenoxiácidos. Se usan como herbicidas y su actividad tóxica se debe al grupo  fenoxi que interfiere a las hormonas de los vegetales. Los más utilizados son el 2,4 D (ácido 4,4 diclorofenoxiacético) y el 2,4,5 T (ácido 2,4,5 triclorofenoxiacético).
–  Organofosfatos. Son más tóxicos pero no son persistentes como los hidrocarburos clorados, su inestabilidad los hace efectivos para la zona inmediata de aplicación. Los más utilizados son el parathión, el metilparathión, el TEPP (pirofosfato de tetraetilo) y el DDVP (dimetil 2, 2 diclorovinilfostato).
–  Carbamatos. Son derivados del ácido carbámico, su actividad puede ser incrementada por la adición de otros compuestos como el piperonyl que tiene efecto sinérgico. Los más comunes son el baygón, el servín, el temik y el zactram.

En la agricultura se dispone de alrededor de 500 plaguicidas sintéticos. Se ha encontrado que algunas plantas contienen sustancias que sirven de insecticidas como el piretrum que se extrae del crisantemo. Entre los plaguicidas sintéticos están los hidrocarburos clorados como el DDT, el dieldrín, el aldrín, el heptacloro, el clordano, el endrín y el lindano.

El problema de la contaminación por plaguicidas es cada vez más grave tanto por la cantidad y diversidad como por la resistencia a ellos que adquieren algunas especies, lo que ocasiona que se requiera cada vez mayor cantidad del plaguicida para obtener el efecto deseado en las plagas. Sin embargo, la flora y fauna oriundas es afectada cada vez más destruyendo la diversidad natural de las regiones en que se usan. Además pueden ser consumidos por el hombre a través de plantas y animales que consume como alimento.

Día Internacional por el No uso de agrotóxicos en el campo

El 3 diciembre ha sido designado como el “Día Internacional por el NO uso de Plaguicidas”. Este día recuerda que fallecieron miles de personas en una catástrofe ocurrida en Bhopal, India en 1984 y a otras tantas que aun sufren las secuelas de esa tragedia, donde 27 mil toneladas de gas tóxico se escaparon de la fábrica de agrotóxicos de la empresa norteamericana Union Carbide.

Muchos años han pasado desde ese grave suceso, lejano tanto en el tiempo como en el espacio. Sin embargo las consecuencias se siguen viviendo en el presente tanto en Bhopal, como en el mundo, provocadas por la fabricación y uso de agrotóxicos. La contaminación es diaria tanto en las personas como en el ambiente.

En los últimos años el aumento del uso de agrotóxicos ha sido sustancial, básicamente vinculado a la expansión de los cultivos transgénicos de soja y maíz. Estos cultivos han sido diseñados para tolerar las aplicaciones de herbicidas, que matan todo lo que rodea el cultivo, menos a la soja y al maíz (Bt11). Al mismo tiempo, estos monocultivos están asociados al uso de insecticidas y funguicidas, por lo que el resultado es un cóctel de agrotóxicos que resulta en graves impactos sobre el ambiente y sobre las personas.

Sin embargo, el problema es mucho más amplio, ya que en nuestro país también se aplican grandes cantidades de agrotóxicos en cultivos de frutas, verduras y otros cereales.

En 2004, la Comisión Administrativa del Mercado Modelo (CAMM), a partir de materiales suministrados por técnicos del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA-Las Brujas) elaboró una lista de principios activos de agrotóxicos utilizados en cultivos frutícolas.

A modo de ejemplo, los principios activos de agrotóxicos (funguicida e insecticidas) utilizados en la manzana llegan a 13, en el tomate a 16, en la papa a 12 y en la lechuga a 7.

Impactos de los agrotóxicos en la agricultura

Los casos de intoxicación son registrados por distintos organismos del estado: Centro de Información y Asesoramiento Toxicológico (CIAT), Ministerio de Salud Pública, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social y Banco de Seguros del Estado.

Cifras registradas durante el 2006 por el CIAT muestran que los herbicidas son la principal causa de consultas por intoxicaciones y dentro de ellos, el glifosato es el que aparece en primer lugar. Se estima que por día se reciben tres consultas por intoxicaciones agudas ocasionadas por agrotóxicos, es decir, intoxicaciones que ocurren inmediatamente o algunas horas después de la exposición a los agrotóxicos.

Los síntomas más frecuentes en las personas que han estado expuestas a estos venenos incluyen: cefaleas (dolor de cabeza), mareos, náuseas, vómitos, diarrea, enrojecimiento y erupciones en la piel, dificultad para respirar y tos. En su gran mayoría estas consultas son realizadas por trabajadores que aplican o manipulan estas sustancias.

Es importante resaltar que las intoxicaciones que llegan ser registradas por el CIAT son las más graves. Muchas de las personas que se intoxican son atendidas en algún centro médico de la zona donde viven. Esos casos no quedan registrados como intoxicaciones de agrotóxicos.

No solo se intoxica el que aplica

Los alimentos también tienen residuos de estos venenos. Un estudio realizado por el Mercado Modelo junto con la Facultad de Química (presentado en el 2004) mostró que dentro del total de las frutas analizadas, el 17% de las muestras no presentaba residuos de agrotóxicos, pero que el 74% mostraba al menos un residuo por debajo o en el límite máximo de residuos permitidos (LMR) en tanto que el 9% tenía residuos por encima del límite máximo permitido.

Los agrotóxicos incluidos en la lista elaborada por CAMM e INIA son muy tóxicos para la salud humana y el problema se agrava por el hecho de que la ingesta de alimentos conteniendo estos residuos tóxicos muchas veces es diaria.

En el momento en que se presentaron los análisis las autoridades responsables en ese entonces, evaluaron la necesidad de hacer más controles a las frutas y verduras que entran al Mercado y un trabajo en conjunto con las distintas gremiales y entidades.

Lamentablemente, desde el 2004 no se han realizado ni más análisis ni tampoco se han establecido más controles.

Sin embargo recientemente la Dirección General de Servicios Agrícolas, dependencia del Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca ha realizado “Recomendaciones sobre uso de agroquímicos” a productores que orienten su producción de manzanas y peras a la exportación. El principal argumento para dichas recomendaciones es que desde hace un año la Unión Europea ha uniformizado los requerimientos de límite máximo de residuos permitidos en frutas y que las “exigencias de la Unión Europea pueden ser sustancialmente distintos a nuestras exigencias nacionales”.

De lo anterior queda claro que los mercados de exportación son más importantes que el mercado interno. Los estudios de hace cuatro años atrás mostraron claramente que las frutas y verduras consumidas en nuestro país tienen residuos de agrotóxicos. Han pasado cuatro años y nada ha cambiado. Aunque quizá algo sí haya cambiado: la salud de la gente que durante estos cuatro años ha estado ingiriendo diariamente veneno y la salud de los trabajadores que los han estado aplicando.

Es más GRAVE AÚN, que todo esto suceda con conocimiento de las autoridades.

Podemos por supuesto sugerir a la población que lave y pele las frutas y las verduras antes de ser consumidas, pero ¿qué hacemos con las verduras que no se pueden pelar como lechuga, acelga, espinaca y muchas otras?

En el Día Internacional del NO USO de Plaguicidas, hacemos un llamado a las autoridades correspondientes a tomar medidas que apuesten a la eliminación de estos venenos ingeridos diariamente y a proteger la salud de la población.

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