Literatura y Poesía,  Madres

Relato de navidad: «Ha nacido un niño»

Hacía un frío intenso. La nieve caída durante la noche se amontonaba en pequeños montículos en la zona sombría. Apenas había gente y la poca que se veía, estaba más que aterida ya que constantemente, apretaba contra el cuerpo las prendas que les  protegían. Yo no tenía frío, la euforia que sentía  me producía un efecto más que agradable. Los pasos eran desiguales y más de una vez daba un resbalón. El equilibrio estaba lejos de ser mi aliado.
Estaba contento y bastante achispado. Regresaba de una de las muchas reuniones que había  por esas fechas y en la cual, no se había puesto coto a la bebida. El resultado lo estaba comprobando en el caminar inseguro.

“Un día es un día” –me dije-, voy a ir despacio para no caerme y así tardaré algo. No deseo que me vean así”

Di un rodeo y mal que bien, entré en una pequeña calle mal iluminada, con bolsas de basura cubiertas de nieve.
Intenté ir tanteando el suelo antes de pisarlo ya que, la nieve caída en la noche era un manto blanco sin ninguna marca. Tan abstraído iba mirando el suelo que di un traspiés cuando el silencio fue rasgado por un grito lastimero. Me paré y alzando la vista, vi hacía la mitad de la calle, un bulto que se apoyaba en la pared. Como pude llegué y comprobé que era una mujer y que estaba a punto de parir. Me agaché y traté de darle los ánimos que necesitaba.

Por favor señor. ¡ayúdeme! Mi hijo quiere nacer.

Busqué el móvil en el bolsillo y marqué la ayuda. A los pocos minutos la sirena de la ambulancia rompió la quietud de la blanca noche. Cuando arrancó  y se iba calle abajo, me quedé mirando la luz parpadeante que se alejaba cada vez  más.

Poco a poco en mi mente cobró forma lo que sucedió en pocos minutos. Había sido testigo de un nacimiento y  no había dudado ni un momento en prestar auxilio a la mujer.

¡Qué pasada! –me dije en tono ufano y recogiendo la cazadora que había servido para proteger a la mujer  comenzó a correr.

¡Ha nacido un niño! Grité con fuerza.

Ya lo sé, me contestó una mujer  que se casi  se dio de bruces conmigo, mientras trataba de no caerse.

Jesús ha nacido y es noche de Paz, dijo con gran alegría la mujer  dándome un beso.

No sé señora como se llama, pero yo he estado a su lado hasta que nació.

¡¡¡Imposible!!!

¡Qué si señora! Una ambulancia se la ha llevado al hospital, les he llamado yo.

¡¡¡ Ha nacido un niño!!! -Seguí gritando, mientras corría

Bendito sea, musitó la señora santiguándose.

Lua Zial

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