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El ancestro más antiguo del hombre, es una mujer: Ardi

El aspecto de "Ardi", Foto: Reuters
El aspecto de «Ardi», Foto: Reuters

«Medía un metro veinte y pesaba unos 50 kilos. Tenía el cuerpo cubierto de pelos. Su cerebro era del tamaño del de un chimpancé. Aunque vivía en un medio boscoso, no se balanceaba entre los árboles ni caminaba sobre sus nudillos como los monos y los gorilas actuales, sino que caminaba erguida y apoyaba sus pies planos sobre la tierra. Se alimentaba de nueces, insectos y pequeños mamíferos que habitaban el bosque.»

Ardi, como la bautizaron sus descubridores, ocupa desde hoy el lugar del más antiguo ancestro del linaje humano: habría vivido hace nada menos que 4,4 millones de años.

La reconstrucción de los restos de su esqueleto, extraídos de los sedimentos cercanos al río Awash, en Etiopía, revelan que pertenecía a otro estadio de la evolución que condujo hacia el ser humano y que los científicos llamaron Ardipithecus ramidus.

Ardí fué presentada el pasado Octubre en una conferencia de prensa en Addis Abeba, Etiopía, y en una superproducción de la revista Science, que incluye 11 estudios hechos por 47 científicos de diez países.

Ardi habría precedido por 1,2 millones de años a la célebre Lucy, una Australopithecus afarensis descubierta en 1974.

«Una vez en cada generación, un fósil espectacular revela un capítulo entero de nuestra prehistoria ?escribe Ann Gibbons en un artículo que precede a la presentación de Science?. En 1974, fue el famoso esqueleto de Lucy, de 3,2 millones de años, que probó que nuestros ancestros caminaban erguidos antes de que hubieran desarrollado cerebros grandes.»

«Creíamos que Lucy era el hallazgo del siglo, pero en perspectiva, no lo es«, dice el paleontropólogo Andrew Hill, de la Universidad de Yale, en la presentación de Science .

Ardi vivió mucho antes y muestra rasgos más primitivos que sus descendientes, los Australopithecus, como Lucy. De hecho, según revelan las investigaciones realizadas en silencio durante 15 años por Tim White, de la Universidad de California en Berkeley, codirector del grupo de investigación del Awash medio, que descubrió y analizó los fósiles, y otros equipos en distintas universidades del mundo, Ardi exhibe un mosaico de rasgos ancestrales y otros más «modernos». Estas características la diferencian bien de los actuales primates, lo que indica que en ese momento la rama humana ya había divergido de la que conduciría a los chimpancés, los gorilas y los bonobos.

«Desde el descubrimiento de Lucy, los científicos se habían preguntado cómo habían sido los más tempranos miembros de la familia humana -dice Gibbons-. Si caminaban erguidos como Lucy, o en sus nudillos como los chimpancés y los gorilas. Si se balanceaban de árbol en árbol o se aventuraban en la sabana.»

«Hemos visto al ancestro, y no es como los chimpancés», agregó Tim White.

Un tesoro único Ardi es el más completo de los especímenes tempranos que hayan podido reconstruirse. Los Ardipithecus habrían vivido hace entre seis y cuatro millones de años y habrían sido reemplazados por los Australopithecus, que habrían vivido hasta hace unos dos millones de años y habrían precedido al género Homo, al que pertenecemos.

Es uno de más o menos media docena que se hayan recuperado de hace más de un millón de años, y el único publicado más antiguo que Lucy.

Hubo otros descubrimientos, entre los que figuraron piezas de hace más de seis millones de años, como Toumaï, el cráneo de un Sahelanthropus desenterrado en Chad, el fémur del Hombre del Milenio, de Kenia, pero con tan pocas piezas que las conclusiones que podían sacarse de esos hallazgos no eran nada definitivas.

En este caso, después de años y años de un trabajo arduo y meticuloso, gran parte del cual debió hacerse en el Museo Nacional de Addis Abeba y bajo el microscopio, los científicos pudieron reunir unas 110 piezas correspondientes a 35 individuos.

La primera señal de que habían dado con algo potencialmente valioso la tuvo Gen Suwa, un ex estudiante de White que ahora es paleoantropólogo de la Universidad de Tokio, el 17 de diciembre de 1992: fue el brillo de un molar contra el suelo calcáreo.

En los días siguientes, el equipo rastrilló el suelo en cuatro patas, como siempre que aparece una pieza importante, y encontraron parte de la mandíbula inferior de un niño y otras piezas. Se necesitaron tres campañas de búsqueda para que, en noviembre de 1994, cuando los cazadores de fósiles se arrastraban en las barrancas, el estudiante graduado Yohannes Haile-Selassie, de Etiopía, que ahora es paleoantropólogo del Museo de Cleveland, en Ohio, viera dos piezas de una pelvis, la pierna, el tobillo y huesos del pie, muchos de los huesos de la mano y el brazo, una quijada con huesos y un cráneo.

«En enero de 1995, era evidente que habían hecho el más excepcional de los hallazgos, un esqueleto parcial», cuenta Gibbons.

Rápidamente, los investigadores se dieron cuenta de que el tesoro era algo único, por lo que White decidió no publicar nada aunque durante todo este tiempo se daban a conocer otros hallazgos. Así armaron gran parte de su cráneo y sus dientes, la pelvis, las manos y los pies que, según los autores, revelan una forma «intermedia» de posición erecta, considerada una marca distintiva de los homínidos. Aparentemente, Ardi alternaba la posición erguida con una gran facilidad para trepar a los árboles.

Controversias «Aunque esta especie probablemente vivió poco tiempo después del amanecer de la humanidad, no era una forma de transición entre los primates de Africa y los humanos», dice Gibbons. En lugar de eso, el esqueleto y piezas de por lo menos 35 individuos más revelan un nuevo tipo de homínido temprano que no era ni chimpancé ni humano. Estos fósiles «muestran por primera vez que hay un nuevo grado evolutivo de homínido que no es Australopithecus ni Homo», afirma el paleontólogo Michel Brunet, del College de France, en París.

«Este es un trabajo impresionante y una reconstrucción extraordinaria. Valió la pena esperar», agrega el paleoantropólogo David Pilbeam, de la Universidad de Harvard. Aunque también subraya que no coincide con algunas de las conclusiones, incluyendo la que asegura que los ancestros humanos nunca pasaron por una fase tipo chimpancé.

Otros científicos tampoco están convencidos de que haya caminado en posición exactamente erguida, porque el esqueleto inferior es tan primitivo que no admitiría esa posición.

Y hay otros que disienten en la conjetura de uno de los autores, el doctor Owen Lovejoy, de que estos homínidos tenían un sistema social que involucraba menos competencia entre machos, lo que llevaría a creer que podría atribuírseles el comienzo de los lazos entre machos y hembras.

En lo que todos coinciden es que los estudios componen un trabajo monumental, que hicieron que valiera la pena esperar.

Como dijo el doctor Hill a The New York Times : «Son siempre los nuevos especímenes, particularmente lo de períodos de tiempo poco conocidos, los que provocan los cambios más grandes en nuestras ideas.»

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