
La Solidaridad Intergeneracional, un efecto inevitable
El envejecimiento de la población, es un fenómeno demográfico de carácter mundial, y tiene como una de sus principales consecuencias la reestructuración de las edades, caracterizada por el aumento de las personas mayores de 60 años y la disminución en el número de nacimientos, produciendo así una modificación de las pirámides demográficas de países y ciudades, en donde la base de la pirámide (nacimientos) cada vez es más pequeña, mientras que el vértice de esta (personas mayores) está cada vez más grande. En consecuencia de esto se produce:
– Una disminución de los recursos de apoyo familiar menos integrantes de las familias para afrontar contactos y atención.
– Aumento de la dependencia, es decir, con el envejecimiento de la población las personas viven más años y en esos años de vida, aparecen más frecuentemente las discapacidades.
– Aumento del número de personas mayores que viven solas y experimentan sentimientos de soledad.
– A su vez, debido al comportamiento social, económico y político configurado en torno a la edad, se produce un distanciamiento generacional, es decir, cada generación o grupo de edad realiza determinadas actividades sin interdependencia con las otras generaciones, más allá de las relaciones familiares.
Las consecuencias de este distanciamiento provoca que las percepciones de los jóvenes sobre los adultos mayores estén distorsionadas y al mismo lo mismo sucede a la inversa, tomando como resultado la desintegración social. Ahora bien, si reconocemos las necesidades compatibles entre los jóvenes y los adultos mayores para promover la necesaria interdependencia de las generaciones, los unos se necesitan de los otros, porque así es como funciona una sociedad intergeneracional.
Las necesidades de los adultos mayores son educar, criar, enseñar, transmitir cultura, costumbres, valores, experiencia, trascender, dejar un legado, mientras que las necesidades de los jóvenes son ser cuidados, recibir educación, construir una identidad cultural, tener modelos positivos de referencia, aprender sobre pasado.
Una sociedad saludable es aquella que integra a sus generaciones que conviven y se ayudan mutuamente. La solidaridad intergeneracional busca la cooperación, integración e intercambio entre personas de diferentes generaciones, lo que implica compartir experiencias, habilidades, saberes… Que las sociedades se adapten al fenómeno de envejecimiento de sus pobladores requiere de la voluntad y creatividad de sus integrantes para resolver las problemáticas que se presentan y así construir una sociedad para todas las edades.

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